
Creo que sería injusto no incluir un pequeño homenaje al "tio
Clive" en esta
sección de Macedonia. Si hay que buscar el punto de arranque
de la informática doméstica, este se encuentra en las ideas
innovadoras que,
este génio y visionario de la informática,
llevó a la práctica.
Clive Sinclair nació en Surrey, Inglaterra, en el año 1940.
Al parecer el hombre ya
estaba hecho un "calculín" desde su tierna infancia ya que
llegó a idear el sistema
binario, aunque claro, cuando dio a conocer la noticia "le contaron" que ya
estaba inventado. Siempre le atrajo todo lo relacionado con
la electrónica y
como buen apasionado de lo que le gustaba, decidio no estudiar en la Universidad
y dedicarse a aprender de forma autodidacta, argumentado que
así sería la forma con la que más aprendería (Cuanta razón tenías Clive...).
Sinclair logró trabajar en varias revistas y compañías
hasta conseguir reunir
el dinero suficiente para fundar, en 1962, lo que sería la Sinclair
Radionics Ltd.
Con la experiencia en la creación de equipos
electrónicos miniatuarizados Clive
pudo, en 1980, sacar a la venta el más pequeño y barato
ordenador conocido entonces. Era el Sinclair ZX-80. Su primer ordenador podía
conectarse a cualquier televisor y su
precio era muy asequible. Esto permitó que el éxito en toda Europa
fuera increiblemente alto y su nombre empezara a coger mucho prestigio y fama.
En el 81 y con el dinero obtenido con su ZX-80, Clive saca la siguiente versión,
el ZX-81 que, al contrario que su antecesor, sí puede manipular toda clase de
números así como disponer de un sistema operativo (basado en el BASIC). Pero
eso no era la mayor novedad. La mayor aportación residía en la memoria, ya
que ofrecía la inmensa cantidad de 1K que, por aquella época, era algo muy
considerable. El resultado de todas estas prestaciones fueron más de 300.000
unidades vendidas y la expansión por miles de hogares Europeos de "su máquina".
Ya en el 1982 se empiezan a sacar la serie de ordenadores clásicos de Sinclair,
estos es, se empiezan a vender el ZX Spectrum con 16K y 48K los cuales, al
venir equipados con el procesador Zilog Z80 de 8 bits, podían realizar operaciones
muy superiores a las de los dos ZX primeros. En pantalla podían mostrar hasta
8 colores simultáneos y la carga de los programas se realizaba en cassette y,
aunque la espera era realmente larga, merecía la pena estarse
delante de la pantalla para poder saborear esas maravillas que eran los Spectrum.
Todo esto convirtio al Spectrum en el ordenador más popular de la década de
los 80 ya que, durante este periodo, las ventas en toda Europa se contaban
por millones y la cantidad de programas en miles. Es por esto que la gran
aportación de este hombre no fue la creación del Spectrum en sí, sino la
introducción de la informática en el hogar.
A finales de los 80 la mala suerte cae sobre el genio al abandonar su
propio barco mediante la venta de su compañía a Alan Sugar, presidente de
Amstrad (tradicional rival del Spectrum), para trabajar en otros proyectos,
como fueron el coche eléctrico, el C5 o el ordenador QL. Todos estos proyectos
resultaron ser un fracaso y consiguieron, por desgracia, retirar a Sinclair del panorama
informático hasta nuestros días en los que, ojalá, volviera con alguna idea
revolucionaria.