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Artículo realizado por
Alejandro Ibáñez.
Dicen en el cine que segundas partes nunca fueron buenas. Muchas veces se aplicó este principio a la informática del entretenimiento. Normalmente esto se cumplía. Pero de vez en cuando no...
Se trata de uno de los mejores juegos de la década de los 80. ¿En qué me fundamento para afirmar tan rotunda frase?. Pues para empezar en que esta maravilla de la programación reunió varias de las características más valoradas por los críticos de la época y de la mayoría de los usuarios: adictividad, originalidad y calidad.
Microsphere no era consciente de lo que había creado en aquellos momentos con 'Skool Daze'. Aunque en un breve plazo de tiempo, y ayudados por las maravillosas críticas de la prensa especializada, se dieron cuenta de las posibilidades de aquello. Enseguida empezaron a pensar en nuevas formas de ampliar y crear nuevos elementos que enriquecieran el producto final. Un producto final que se llamó 'Back to Skool', la vuelta a clase...
Pero, ¿cómo era el juego?. Bueno, basta de rodeos y empecemos a extraer lo fundamental de esas artesanales 48K.
Eric es uno de esos niños que no paran de hacer travesuras. ¿Qué mejor lugar de desarrollo de la aventura que un colegio?. Ya se empieza a ver que era un producto original que nunca antes se había hecho y que aún sigue sin ser explotado...
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Partiendo de este eje, una gran cantidad de personajes, objetos y situaciones giran en torno a él. Todo se podía encontrar allí. El empollón de la clase con sus gordas gafas y su afán de chivarse de las travesuras de nuestro protagonista, el matón, el gamberro, los pequeños del colegio, la guapita, el calvo profesor de ciencias, el viejo profesor de historia, el inflexible director, la asustadiza profesora, el jardinero, una biblioteca, un laboratorio, un lavabo, un comedor, pizarras, pupitres, pistolas de agua, bombas fétidas, ratones, tizas, tirachinas, ...etc. ¿Alguien da más?.
La 'simple' misión de Eric era la de robar el expediente de la caja fuerte del director. Nada más empezar las clases ya se había metido en multitud de líos. Si el expediente llegaba a manos de sus padres estaba perdido. Este año nuevamente iba a estar repleto de arriesgadas aventuras...
La forma de hacerlo no era nada fácil. Para dar una idea diré que todo empezaba por llenar las copas de exposición de agua y tirarlas para que les diera a los profesores en la cabeza y así, aturdidos, soltaran el número que cada uno memorizaba. No quedaba la cosa así, ni mucho menos...
Todo se complicaba ya que si te escapabas y no acudías a alguna clase, el empollón se chivaba y el profesor te buscaba por todas partes hasta encontrarte para machacarte a líneas. Una forma de liberarte de esas líneas era besando a la guapita del colegio femenino. Pero sin pasarse que si no te soltaba un guantazo. Sí, sí, el colegio femenino fue una de las novedades en esta segunda parte. Y si luego volvías para pegar al empollón éste se chivaba y te mandaban más lineas. Incluso a veces te acusaba sin haber hecho nada. Gracias a que los profesores, de vez en cuando, se daban cuenta de sus malas intenciones y entonces el castigo iba a él.
¿Qué cuándo llegaba el GAME OVER?. Pues desde luego no te mataban. Todo acababa si las líneas que te mandaban superaban las 10.000, el director te perseguía hasta decirte la palabra maldita: EXPULSADO y no había más remedio que irse. Ese era el fin.
La gran variedad de acciones de Eric se veían reflejadas en la gran cantidad de teclas que se podían usar. Repartidas por todo el teclado, la 'f', por ejemplo, era tirar con el tirachinas, la 'h' era soltar un puñetazo, la 'w' era escribir en la pizarra, ...etc. Si te fijabas un poco te dabas cuenta de que la inicial de la palabra en inglés era la tecla: 'f' de fire, 'h' de hit y 'w' de write.
La pistola de agua y las bombas fétidas estaban escondidas en los pupitres. Los ratones estaban en la biblioteca y en las clases de los alrededores. Ésta servía para soltarla en el bloque del colegio en el que estaban las chicas. Así todas se ponían a dar saltitos, incluida la profesora, consiguiendo paralelamente realizar una de las partes de la misión.
Algo que engrandeció al juego fue la posibilidad de poner los nombre que uno quisiera a los personajes haciendo esta aventura un poco más propia. Uno a uno iban pasando los principales, parándose en mitad esperando su nuevo nombre. Estos pequeños detalles eran los que hacían a un juego grande, siempre que la calidad los respaldara, claro...
Pero no todo iba a ser perfecto. Y es que sólo los usuarios del
Spectrum tuvimos el privilegio de jugar a semejante maravilla. De todas
formas, pasará a la posteridad como uno de los grandes de los 8
bits, no hay duda...
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