ICQ; un fenómeno en Internet
Para Célia
Sería Septiembre o sería Octubre del año pasado. Yo acababa de instalar mi primera
versión del célebre programa de comunicación ICQ, que en inglés se pronuncia igual que
I seek you, es decir, te busco. Lo hice, además de por curiosidad, para poder comunicarme
online con algunos amigos míos que viven lejos de mi ciudad. Elegí el nick de Gus60 y
obtuve el número 11750598. Seguramente muchos de ustedes conocen el programa. Se trata de
un pequeño software que se activa cuando nos conectamos a la red y nos permite saber
quienes de nuestros amigos están online y poder contactarles al instante. Enviarles un
mensaje, establecer un chat múltiple, intercambiar archivos, sonidos, sugerir páginas
web, enviar tarjetas de felicitación y otras cosas. El ICQ consume un mínimo de memoria
y nos permite trabajar en otras aplicaciones sin mayor problema. Su uso es fácil. Cuando
se instala, el programa le pide que se registre en un servidor de ICQ, el cual se conecta
a una red de servidores que abarcan la red de Internet. Se le otorga un número, junto con
una contraseña que se elige, para poder identificarse como un usuario regular. Si se
prefiere, se pueden añadir datos personales para facilitar que otros usuarios del
programa nos puedan contactar según nuestras preferencias. Con el ICQ se pueden hacer
grupos de trabajo o de amigos para comunicarse en línea en torno a un interés común. De
hecho existen muchas listas con temas diversos a las que uno puede agregarse. En los
últimos dos años el ICQ ha tenido una expansión verdaderamente impresionante. La
aplicación, desarrollada en sus inicios por unos jóvenes israelíes, quienes buscaron
desarrollar una interface de comunicación para enlazarse en línea, fue modificando su
entorno e influencia hasta convertirse en lo que es hoy: una presencia complementaria para
muchos cibernautas. Es decir, el tener un navegador activo y el ICQ simultáneamente.
Aunque tiene sus detractores que opinan que con el programa se abren grandes huecos de
seguridad, lo cierto es que con este pequeño software, cada vez más y más gente
intercambia opiniones, archivos, experiencias y vivencias. El ICQ se puede bajar de la red
gratuitamente visitando el servidor en esta dirección: http://www.icq.com/download/
En lo personal, el ICQ me ha sido muy funcional porque me permite
establecer una comunicación versátil con algunos de mis amigos en el extranjero, motivo
por el cual lo instalé. Pero también me ha dado grandes y agradables sorpresas.
Encuentros que nunca imaginé. Situaciones que se han presentado al tener activo este
programa. Y es que, como he reiterado en otros artículos, Internet es solo el medio.
Asistimos a un reencuentro de las relaciones entre los hombres, derrumbando las fronteras,
las barreras culturales y los formalismos establecidos.
La comunicación online a través de la red nos permite registrar
nuevas fórmulas y nos enriquece de muchas maneras. Seguramente en algunos años, no
muchos, ante el inminente desarrollo de la conectividad, los anchos de banda y las
vertiginosas sorpresas en hardware, la comunicación online podrá ser muy real e intensa.
Un buen paso lo ha dado el ICQ. Aunque en esencia, por más añadiduras y excelencias en
la forma, en el fondo lo importante es la comunicación. El hacer común algo entre dos.
El intercambiar. El compartir. Porque con ello, recuperamos los valores más profundos del
ser humano. Esos que perdemos a pasos agigantados cada vez que negamos nuestra capacidad
de comunicar y compartir. Tal vez esto no se entienda, por gracias al ICQ me he sentido un
Príncipe que habita en un castillo del otro lado del mundo y que se desvive por una
mirada que busca en el horizonte...
ÚLTIMA REVISIÓN EN JULIO DE 1999