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Firma Invitada
Jordi Espunya.
Redactor de MeriStation Magazine
Algunos de vosotros os preguntaréis cómo puede ser posible que en un sistema operativo, aparentemente tan serio, como NT4 os instale en el disco duro un juego del millón, un pinball. Todos ya estáis acostumbrados a los juegos del Windows, pero... ¿a qué viene tanto juego que se instala con el sistema operativo? Pues, hijos míos ilegítimos, es muy sencillo.
Todos los sistemas operativos comerciales, cuando aparecen, nos prometen que nos van a solucionar todos nuestros problemas informáticos y colmarán nuestros deseos cibernéticos, llevándonos al éxtasis místico en un alarde de multitarea, manejo de memoria, ventanas, menús y iconos muy majos. Pero es también obvio que no puedes probar las prestaciones de un sistema operativo del mismo modo que sabes si una pelota está o no está correctamente hinchada. Pasan meses de uso cotidiano hasta que descubres los fallos, las pegas y lo que te saca de quicio de tu querido sistema operativo. Y no hay garantía. ¿Cómo conseguir que los usuarios vean las "ventajas" del nuevo sistema de modo rápido ? Fácil, pones tres o cuatro juegos y con ellos aprenden a utilizar la nueva herramienta.
De hecho, es una tradición que siempre que se lanza un nuevo microordenador y/o un sistema operativo, éste aparezca con unos cuantos juegos que demuestren las pretendidas prestaciones respectivas. Evidentemente, también aparecen un manojo de nuevas aplicaciones "serias" que sacan provecho al nuevo "dúo" de ordenador y sistema operativo, prometiendo ser muchísimo mejores que lo que hasta ese momento exista. Pero lo que siempre llama más la atención al vulgo en general son esos bonitos jueguecitos.
Pero las cosas no se acaban aquí. Los desarrolladores de juegos, llevados por la competencia y las ansias de lucro, se dejan llevar por las modas tecnológicas, y corren a lanzar al mercado esos hermosos videojuegos que incorporan los últimos berridos en animación tridimensional, sonido envolvente, gráficos recontrarenderizados y pseudointeligencia artificial. Así consiguen que la gente hable de ellos [en especial, ciertos medios de comunicación especializados] alabando las ingentes cantidades de recursos humanos, monetarios y de computación vertidos en el proyecto, y que permiten sacar esos pantallazos tan bonitos que hacen babear a más de uno y desear adquirir el juego de marras antes que gastárselos en sexo, drogas o rock n’roll. Es más, cada año hay que sacar una nueva versión del juego, con algunas mejoras, parte reales, parte supuestas. Nada de expansiones. Hay que exprimir al usuario. Al menos, a la cartera del usuario, hasta que la VISA le saque humo.
A estas alturas, no sé si estáis notando que esto es un pez que se muerde la cola. O más bien una especie de vorágine sin fin. Aparece un nuevo hardware, altamente innovador, en el aspecto multimedia que queráis. Naturalmente, debe aparecer algún juego que le saque inmediato provecho. Lo mismo, si lo que surge es un "nuevo" sistema operativo. Si no aparece ese juego, no hay quien coloque en el mercado un ordenador o una copia del S.O.
A continuación, todas las compañías que pueden corren a desarrollar juegos que aprovechen esas características innovadoras de hardware o operativo mejor que sus pobres competidores para intentar recaudar el último céntimo que nos quede a los pobres usuarios. Pero cada vez elevan más los requisitos del sistema en esta dura carrera, y acaban agotando las posibilidades del hardware recién aparecido a velocidades cada vez superiores... ayudando a los fabricantes a colocar nuevas versiones, aún mejores, de sus hermosas tarjetas.
¿Dónde está el problema ? Alguno de vosotros estará pensando que todo es resultado del progreso, y que obtenemos cada vez mejores programas, mejores sistemas operativos, mejores juegos, mejor hardware. Pues pensad de nuevo, apreciados lectores. Porque ni los programas mejoran substancialmente en nada que uséis realmente ; ni las sucesivas ediciones de los sistemas operativos ofrecen mejoras dignas de mención [cada vez menos mejoras y más propaganda, en realidad] ; puede que el hardware sea mejor, pero aún no habíais aprovechado el antiguo... y los juegos... ¿es mejor un juego porque haya costado un billón de dólares y necesite tarjetas de sonido o de vídeo que os costarán el sueldo de tres meses ? ¿qué hace realmente bueno a un juego ? ¿tener requisitos de sistema más exigentes que el resto de la competencia ? ¿de verdad ?
Mientras tanto, a cambiar el ordenador completo cada tres años, la consola cada dos y el lector CD cada tres meses. A actualizar el sistema operativo cada vez que Bill quiera ampliar el caserón. O eso, o acudir a una clínica de desintoxicación para videoadictos, curarse la enfermedad y no volver a usar una pantalla de rayos catódicos para nada que no sea ver el Telediario. Dura elección.
Todo por culpa del Efecto Escaparate.
Por su culpa adquirimos un coche que tiene una carrocería deportiva, atrevida. Con unos alerones muy bonitos, spoilers y ruedas de aleación ligera. Lástima que si abrimos el capó encontramos, en lugar de motor, un par de gnomos dándole a unos pedales. Entonces nos preguntamos a dónde van a parar esos litros y litros de gasolina que consume el maldito deportivo.
Pero en el escaparate se veía precioso, e impresiona a los vecinos. Ya no nos sentimos timados. Es más, le haremos bastante propaganda. Hasta conseguir que todo el mundo tenga el mismo deportivo. Pero nosotros fuimos los primeros en poseerlo.
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