Afirmar que la vida del ordenador mantiene una analogía con la de la persona es descabellado, aunque existe cierto paralelismo. Nuestro ordenador nace, crece y envejece, y por desgracia para nuestra economía, no se reproduce, lo cual nos podría ahorrar cierto dinerito que podría ir aparar en otras actividades.
El nacimiento es apasionante. Después de haber buscado a la criatura con más o menos empeño, al llegar a casa lo tratamos con cariño, cada pieza recibe una atención especial. Ninguna ha de sufrir ni la más mínima lesión; es como cuando llega el niño al hogar: al principio todo el mundo está encima de él, nadie lo coge por miedo a que se les rompa. Luego, cuando ya nos hemos acostumbrado a la presencia del "bebé" y ya conocemos su comportamiento, lo manejamos con total tranquilidad.
El crecimiento en un ordenador es algo también muy parecido al crecimiento de la persona. Nosotros, como dueños de un ordenador, no deseamos que crezca y pierda lo que tenía de innovación. El envejecimiento en un ordenador es mucho más prematura del que pueda serlos en una persona. Sin embargo, a los padres de la criatura también les resulta triste ver como su chiquitirrín/a crece sin remedio, y no se hacen a la idea que ya no se dará marcha atrás y nunca más verán a su bebé en pañales. La personita de la casa va creciendo y tenemos que ir ampliando la talla de su ropa, de sus gastos escolares y de todo lo que comporta un hijo/a. A nuestro ordenador le ocurre exactamente lo mismo, aquel que lo quiere tener al día y que se resiste a ese envejecimiento prematura, aumenta y amplia, una y otra vez, la capacidad de su ordenador, metiéndolo más y más bytes de capacidad, memoria y más memoria. Pero nuestro ordenador se dirige inexorablemente hacia la vejez y no hay byte que lo impida.
Envejecer para una persona significa ver aparecer en el rostro nuevas arrugas, ver en el pelo nuevas canas surgidas con muy mala intención en los sitios más visibles, observar como la piel ya no es lo que era... en fin, todo eso que tememos que llegue algún día. Pero, para un ordenador envejecer significa ver aparecer, a destajo, nuevos modelos, cada vez surgidos con mayor rapidez y mayor calidad y, lo que es todavía peor, a buen precio.
El ordenador sabe que le queremos, pero es inevitable que algún día cedamos de nuevo a la tentación de traer un nuevo bebé a casa, mucho más moderno y atractivo que el viejo trasto que un día fue el más avanzado modelo del mercado. La competencia es sinónimo para un ordenador a envejecimiento prematuro lo cual resulta injusto para nuestros bolsillos. El niño/a dicen que viene con un pan bajo el brazo, sin embargo el ordenador yo diría que con lo único que llega es con un catálogo de los nuevos modelos del mercado.
En fin, todas esas caricias que le dedicamos a nuestro ordenador cuando queremos que nos consiga algo en especial, esos ánimos que recibe cuando está realizando alguna tarea esencial para nuestra vida profesional o académica... todo ello acaba cuando nuestro "ordenata" ya no nos cunde, en definitiva, cuando ya no es lo que era.