Artículos de Opinión & Reportajes


Internet


Artículo realizado por
Antonio Montesinos







Revolución... ¿de qué?

Es verdad que la tradición tiene respuestas a muchos de nuestros interrogantes, es verdad eso de que los árboles no dejan ver el bosque, es verdad aquello otro de que para los peces todo el universo está hecho de agua, es verdad que para el ladrón todos son de su condición y es verdad que limitamos nuestro mundo al espectro de experiencias más cercanas olvidándonos de la totalidad y conjunto de seres humanos que somos, donde todo interactúa con todo y donde todas las piezas son importantes. Todas.

Los tiempos que nos ha tocado vivir están marcados por el fin de milenio, el cambio de ideologías y la emergente importancia de los sistemas digitales de comunicación que son motivo de una acalorada disputa intelectual sobre las consecuencias del crecimiento de la aldea global y sus maravillosas repercusiones para la raza humana. De hecho son incuestionables las bondades de semejante invento. La posibilidad de contacto inmediato entre cualquier parte del mundo, la posibilidad de envío y recepción de información con las ventajas de lo digital (replicación infinita de documentos sin pérdida de calidad y transmisión sin fronteras) y el hecho de que las diferencias entre usuarios sean cada vez menores y el acercamiento de pensamientos, ideas, pareceres junto a las posibilidades de colaboración hacen de Internet y todo lo que la rodea uno de los elementos de culto de la modernidad.

Totalmente de acuerdo. Que viva Internet. Su utilidad es innegable. Pero caemos en lo dicho al principio, miramos una parte, pero no el todo. Esta revolución mundial en las telecomunicaciones no lo es tanto. Tendemos a llamar mundial a lo que nos pilla cerca y, si Estados Unidos está de por medio, ya parece que la etiqueta "mundial" adquiere mayor sentido.

Más de dos terceras parte del planeta no tiene acceso a la electricidad, de ordenadores ni hablemos, y gran parte del resto vive en condiciones de pobreza bastante serias. Lo que hoy llamamos "Aldea Global" se circunscribe a unos millones de usuarios que tienen las posibilidades económicas de tener un ordenador en casa y de soportar lo gastos que ello conlleva y, de esa mínima parte de la población mundial que se conecta a Internet, el 50% son americanos. ¿Dónde está la revolución?, ¿a quién afecta?, ¿quienes son los que proclaman a los cuatro vientos este inminente fenómeno que va a cambiar el mundo?.

Como siempre, hablamos en nombre de quién no nos corresponde. Estamos acostumbrados a hacer de este pedacito de la tierra llamado occidente el ejemplo y guía para el resto del planeta. Demasiado increible es ya que un invento surgido en la América más capitalista tenga esos aires de libertad y falta de control tan asombrosos como pasa en Internet. Los mercaderes están que dan zarpazos pensando en cómo meterle mano a Internet para sacarle tajada, en USA las redes de cable y servicios de acceso echan chispas en Wall Street, en VISA hacen lo imposible para crear un sistema de transacciones seguro, las empresas de telecomunicaciones compran, compran y compran...

La misma historia de siempre. Internet es hoy realmente una isla en medio de toda la fenomenología mercantilera que nos abrasa, un lugar no controlado donde todo el mundo campa a sus anchas y a la que los tiburones del compra-venta quieren echarle el anzuelo. Una isla pequeñita, una isla con la que aún no pueden ni siquiera soñar en otras partes del mundo, donde todo queda muy lejos. Sí que es una revolución, por supuesto, pero una revolución para unos pocos, para los que hemos tenido la suerte de disfrutarlo, por el momento. Si los bits se pudieran comer, otro gallo cantaría.






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