Resumen del tomo I. Capítulo 3.
Miki está en su habitación,
de buena mañana, pensando en lo ocurrido el día anterior.
Finalmente, considera que al haberse hecho la dormida, no tendría
por qué saberlo, asó qie baja a desayunar.
Yuu está leyendo el
periódico. Sus padres ya se han ido al trabajo. Tímidamente,
Miki le saluda, pero al ser tan normal la respuesta de Yuu, vence su vergüenza
y se comporta como si nada.
Ahora viene una de las partes
más representativas de los comienzos de Yuu y Miki; de hecho, ésta
escena da nombre a la obra. Yuu vuelve a meterse con Miki. Vale, dice la
verdad, pero se lo podría ahorrar... Finalmente, Miki, enfadada,
coge la única mermelada que queda, que es agria y no le gusta.
Yuu le dice que no sea cría,
que tampoco está tan mala. Entonces ella se queda con él:
le dice <<eres como ésta mermelada, eres amargo pero el resto
de las personas te ven dulce. ¡Eres un Marmalade Boy!>>.
Yuu, sin expresar absolutamente
nada (como de costumbre), dice: <<bueno, tu eres agria, así
que eres ¡una chica mostaza!>>.
Miki al contrario de Yuu
muestra contínuamente lo que siente, así que, tomándose
muy mal lo que le ha dicho, parece que le vaya a matar, pero Yuu se va
tranquilamente silvando, y ella se queda a limpiarlo todo... No entiende
como puede ocurrir eso, después del beso de la enfermería.
Por la noche, tras la escuela,
Chiyako (madre de Yuu) entra en la habitación de Miki, intentando
tener algo más de trato con ella. Le dice que baje al salón,
que su ex marido le ayudaría con los deberes.
Entonces se produce un ambiente
como ocurre con las familias normales: Jin, padre de Miki, juega con Yuu
a la consola (como curiosidad, si os fijáis en el mando, veréis
que corresponde a la antigua N.E.S.). Mientras, el resto de los padres
ayudan a Miki. Qué bonito... Hay conversación entre ellos,
risas... Demasiado familiar para Miki, que sube corriendo a su habitación
dando cualquier excusa.
Al día siguiente,
habla con Meiko sobre lo ocurrido. Ella le dice que si tan bien fue, ¿porqué
molestarse? Se nota que no es ella la que está en la situación
de Miki... Le dice que debe ser amable, intentar que todo vaya como si
fueran una familia normal...
Yuu les interrumpe. Él
y Miki han quedado para ir a comprar un regalo a Rumi, madre de ella. Meiko
piensa mal... Pero Miki no está dispuesta a permitírselo,
ella es una víctima, no una persona, dentro de la relación
con sus parientes y sus no tan parientes...
Meiko cree que, en el fondo,
Miki es afortunada. Al fin y al cabo, peores son las cosas en su casa,
aunque a ella no le guste hablar de si misma...
Tras comprar unos pendientes,
Yuu y Miki llegan a casa, pero lo que encuentran no les gusta: al parecer,
ha habido una discusión. Un jarrón está roto en el
suelo. Hay un ambiente muy tenso. Intentan hablar con sus padres, pero
les mandan a sus habitaciones.
Al día siguiente,
Yuu y Miki hablan sobre la pelea. Deciden que, a pesar de ser muy extraño,
es una situación que se puede dar en cualquier momento y que no
hay que preocuparse, aunque a los dos les inquieta.
Ginta les mira de lejos.
Meiko pasa a su lado, y le hace salir de su trance. Ginta disimula diciendo
que no pasaba nada, sólo miraba... Pero ningún detalle pasa
desapercibido ante Meiko.
Por la tarde, vuelve a haber
una discusión. Ésta vez ha sido muy fuerte. Después
de varios gritos, los padres se ponen de acuerdo en que deben volver a
sus vidas anteriores y dejarse de ver para siempre. Yuu muestra tristeza,
al igual que los padres. Incluso a Miki no le gusta.
Así que les hace ver
la tontería del asunto. Está de acuerdo en que es una locura
lo que habían hecho, pero dice que eso parecía funcionar,
que se estaba acostumbrando...
Finalmente, los padres, muy
felices, reconocen que todo era teatro. Era simplemente una forma de hacerle
ver a Miki que las cosas tenían que ser como eran. Todo era pura
invención. Miki no lo aguanta y huye a su habitación.
Llorando, idea un plan de
escape para alejarse para siempre de su alocada familia. Está verdaderamente
ofendida. Desde detrás de la puerta, sus padres y no padres la consuelan,
pero ella lanza gritos de ataque.
Entonces alguien pica a la
ventana... ¡es Yuu! Miki va corriendo a abrir, e inmersa en un gran
susto, le hace ver que se podría haber matado. Pero Yuu la consuela.
Ya no está llorando... Le dice que los progenitores de ambos han
sido muy crueles, pero que ha de permitírselo, lo hacían
para que ella entendiese su situación... Miki no tiene otro remedio
(¡uf!) que darle la razón a Yuu, así que, con algo
de rencor, hace que sus padres se disculpen. Todo vuelve a la normalidad...
o a lo que quedaba de ella.
ÚLTIMA REVISIÓN EN ABRIL DE 1999